La pelota no se mancha by Xabier Rodríguez

La pelota no se mancha by Xabier Rodríguez

autor:Xabier Rodríguez [Rodríguez, Xabier]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Deportes y juegos
editor: ePubLibre
publicado: 2017-04-04T04:00:00+00:00


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SIGUE INDEPENDIENTE

¿Puede existir mayor alegría para un hincha que celebrar un título al mismo tiempo que despides de la Primera División a tu máximo rival? Sí, Independiente ganó aquel partido frente a Racing y en la Doble Visera celebraron el campeonato, mientras, a escasos 150 metros, el Cilindro de Avellaneda se preparaba para jugar en la B.

Al frente del “Rojo” seguía estando el mismo jugador que llevaba más de diez años haciendo gambetas, tirando paredes, dando asistencias y marcando goles. Hacía ya unos años que Italia y España eran el destino de los mejores jugadores argentinos, pero Bochini no aceptó ninguna de las ofertas que se hicieron por él y siguió en Avellaneda.

En 1984, en la primera fase de la Libertadores y frente a Olimpia de Asunción, Independiente perdía a pocos minutos del final y estaba a punto de quedar eliminado. Burruchaga empató en el 83 y, sobre la hora, Bochini recibió en medio campo, se quitó a dos jugadores de encima y esperó el momento oportuno para meter un pase de 20 metros que se coló entre la defensa del Olimpia y permitió a Buffarini rematar a gol. Sobre la hora y, una vez más, apoyado en la magía, en la pausa del “Bocha”, Independiente pasó aquella fase y luego dejó fuera a Nacional y Universidad Católica.

En la final, frente a Gremio, el “Rojo” se destapó con una verdadera exhibición. A los 24 minutos Bochini dio otra lección de la pausa argentina. Recibió en el pico del área, esperó la llegada de Burruchaga y dio el pase que lo dejó sólo ante el portero, para hacer el 1-0. Luego Independiente siguió dominando el partido hasta salir ovacionados del Estadio Olímpico de Porto Alegre. Era su séptima Libertadores, conseguida con un equipo que seguía entrenado por Omar Pastoriza y que, junto a Bochini, contaba con una nueva generación de grandes jugadores: Clausen, Monzón, Burruchaga, Giusti, Marangoni, Percudani… Son muchos los hinchas de Independiente que consideran a aquel equipo de 1984 como el más fiel representante del “paladar negro” que ha caracterizado siempre al club.

En la Intercontinental se enfrentaron al Liverpool de Dalglish, el equipo que llevaba años en lo más alto del fútbol europeo. Frente a los Grobbelaar, Phil Neal o Ian Rush, un pase de Marangoni a Percudani sirvió para que este hiciera el único gol del partido e Independiente se alzara, por segunda vez, con la Copa Intercontinental. Para entonces ya hacía unos años que el torneo había sido comprado por una marca japonesa y, con ese dinero de por medio, parecía que se había recuperado el interés de los clubes europeos por la competición. La Copa pasó a disputarse a partido único y siempre en Tokyo. Japón se convertía así en el edén más deseado por los clubes argentinos, en el destino que ponía el broche de oro a los grandes ciclos.



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